Me ha llegado un comentario hace unos días que deseo abordar hoy en este espacio.
“Maestra, ¿usted cómo hace para no equivocarse con sus alumnos”
Sinceramente la respuesta a esto es: He cometido muchísimos errores.
Porque ser maestro es parecido a ser padre. Se puede decir que en la escuela es como si yo tuviera decenas de hijos. Cada uno diferente. Cada uno con sus gustos y necesidades.
En estos más de veinte años atendiendo a niños con algún problema de aprendizaje he cometido muchos errores, he fracasado. Y he aprendido en el camino.
En una ocasión tuve un chico que detestaba escribir. Entonces pensé: eh, esto lo resolveré igual que con Pedrito.
Fui, implementé la estrategia y no funcionó.
Se me ocurrió otra idea. Y tampoco funcionó.
Estuve varias semanas intentando cosas con este niño. Hasta que descubrí qué estímulo era el adecuado con él. Hice eso y la respuesta fue: “Sí, maestra, sí escribo, sí escribo”.
Y a partir de ahí empezó a escribir.
Como te dije, para lograr esto tuve que pasar varias semanas equivocándome. Fallando en mis intentos.
Y eso es lo que muchos padres y maestros enfrentamos día a día: el hacer y fracasar.
¿Sabes qué es lo importante en realidad? Seguir buscando opciones.
Si como papás y maestros buscamos alternativas, es mucho más probable que logremos los objetivos.
En mi caso fue lograr que mi chico escribiera.
Pero puede ser que tu niño esté en una situación diferente. Tal vez lo que necesitas trabajar con él es la atención. O la socialización. O que siga indicaciones. Que deje el pañal. Etc.
Las situaciones pueden variar pero la solución siempre llegará después de buscar entre varias opciones y alternativas.
Hay que probar. Hay que inventar, improvisar, idear y arriesgar. Hay que fallar.
Ahora, tengo que hacer otra confesión: Lo que hago no solo lo hago por ayudar a mis alumnos.
También lo hago por mi.
Porque me gusta estar tranquila y sin estrés. Porque cuando logro modificar una conducta disruptiva, la que sale ganando también soy yo.
Gano lograr mantener en calma a mi alumno, gano que mis demás chicos puedan trabajar tranquilos. Y gano tener un día laboral satisfactorio.
He logrado ir marcando con una palomita cada día de mi calendario. Y aunque de repente hay un día malo, los buenos siempre son más.
Eso es algo de lo que se habla poco respecto a ser maestro o padre de un chico con autismo, que uno también gana cuando el niño logra un objetivo.
Cuando un chico aprende a seguir una instrucción, cuando logra terminar su tarea sin contratiempos, cuando logra dejar el pañal, cuando sus crisis se reducen… Eso no solo mejora su vida, sino que mejora la vida de los que estamos a su alrededor.
Y quiero ser muy franca al respecto.
Aquí hemos mencionado que trabajar con un chico autista es duro, es un trabajo arduo, y es normal (y no debes sentir culpa por ello) sentirse cansado o cansada.
Es normal querer un momento para uno mismo. Para respirar. Para recargar fuerza.
Por eso es importante aplaudir cuando un maestro o papá logra que su chico alcance un objetivo, porque eso además de ayudar al chico, es una gran victoria para uno mismo.
¿Recuerdas a Beto?
(El adulto autista que trabaja como cocinero en un restaurante, al que le gusta un sombrero negro. Lo he mencionado en correos anteriores).
He tenido la fortuna de platicar con sus padres en varias ocasiones. Y ellos me comentaban que mientras su hijo crecía y aprendía nuevas habilidades que lo hacían cada día un poquito más independiente, ellos (como padres) iban teniendo un poco más de tiempo para sí mismos.
Hoy Beto vive solo, trabaja y se encarga de sus cosas solo. Es callado, siempre serio. Pero es totalmente funcional. Su papá se la pasa enfocado en los caballos y su mamá en un negocio de repostería.
Beto siempre será su hijo, pero ellos como personas tienen una vida que están viviendo con satisfacción.
Esa es la grandeza de enseñarle a un chico autista. Que sus logros, se vuelven los tuyos. Su independencia se vuelve la tuya.
Así que no tengas miedo de cometer errores. Porque obvio que todos los cometemos.
El “chiste” es seguir intentando. Tu chico lo merece. Y tú también.
Con cariño, Yoli.
P.D. Te he hablado de buscar opciones que te ayuden a ir “palomeando” los días del calendario. Aquí te dejamos Autismo Paso a Paso, una plataforma que lo tiene todo para alcanzar los objetivos con tu chico.