“Maestra, mi hijo volvió a tener una crisis. No sirve de nada lo que hacemos por él”.
Hace un tiempo me llegó este mensaje a mi celular de una mamita de un chico autista de la localidad al que atendía por las tardes.
Y no es la única persona que ha manifestado este sentir respecto a su hijo o hija.
A lo largo de mis años laborales me he topado con muchas opiniones parecidas. Incluso en charlas con colegas siempre comentamos sobre algún caso como este.
He visto la angustia y la preocupación en los ojos de esos padres. Y algo peor: la apatía, la derrota.
Pero veamos lo que realmente significa que un niño con autismo (que ya viene trabajando sus habilidades tanto en casa como en la escuela), presente una crisis.
Pues esto significa una cosa: tu hijo está vivo.
Me explico:
Existe la idea de que trabajar con un chico autistas es un proceso lineal, es decir, que una vez que aprendió algo, ya está, a lo que sigue.
Muchas personas piensan: “ah, él ya sabe comportarse en x situación, nunca tendremos problemas en ese frente jamás”.
Pero las cosas no son así. Se pueden tener muchos días buenos, pero también de repente nos tocará afrontar un día malo.
Y es ahí cuando no debemos decaer.
Esos son los días en que los padres (o el adulto responsable) deben mantenerse más firmes y seguros de que lo que hacen por sus hijos es lo correcto.
Trabajar con un chico autista es el camino a seguir. Hacerle caso, dedicar tiempo para conocerlo e impulsarlo es lo que todo chico necesita.
Si de repente hay un día malo en todo ese camino, eso no te resta mérito a ti como papá o mamá y tampoco quiere decir que el trabajo con tu chico se haya ido a la basura.
Es como en todo. Nosotros mismos tenemos días buenos y malos. Lo importante es seguir adelante.
La actitud es lo que nos hará triunfar en las metas propuestas. Así que si tienes un día malo con tu niño, piensa que es una oportunidad para seguir.
Recuerda que nuestros niños nos observan. Ellos se dan cuenta de nuestro humor, de nuestra energía.
¿Esto quiere decir que no tengo derecho a sentirme mal, maestra?
No. Esto quiere decir que después de nuestro momento de tristeza o incertidumbre, hay que levantar el rostro y continuar.
Nosotros somos parte de ese “cimiento” en la educación y formación de nuestros pequeños.
Hay que involucrarnos y también divertirnos con nuestros hijos. Hay que regresar a lo básico: a disfrutar la vida con quienes amamos.
He visto padres que están sentados con sus niños pero con la mirada puesta en el celular.
El tiempo que antes se disfrutaba para una charla después de la comida ahora se dedica para ver videos en redes sociales.
En muchos hogares hay apatía a la hora de involucrarse en la vida de los niños.
Y eso afecta aún más en situaciones de chicos con autismo, ya que ahí la atención debe darse sí o sí.
Así que te invito a no desfallecer. A no desanimarte.
Créeme cuando te digo que esos granitos de arena que pones todos los días en tu hijo, están haciendo una enorme diferencia en él.
Por eso te felicito. Porque no es fácil, pero es necesario.
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Con cariño, Yoli.
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