“Soy maestro y quiero saber si yo solito podría ayudar a un niño con autismo”.
Hace unos días me llegó esta pregunta. Era de un colega que me explicaba que en su salón hay un chico autista que no cuenta con una buena red de apoyo en casa.
Sus padres simplemente no se quieren involucrar y no hacen caso de las recomendaciones de los maestros y psicólogos de la escuela.
Ahora va mi respuesta para el colega: Claro, tú puedes ayudarlo.
Te contaré una anécdota. ¿Recuerdas que tengo un sobrino autista?
¿Recuerdas que fue muy difícil que mi hermano y cuñada aceptaran el diagnóstico y se pusieran manos a la obra?
Bien.
Pues esto que te cuento aquí pasó antes de que mi sobrino recibiera el apoyo debido por parte de sus papás.
Resulta que lo inscribieron a la escuela donde yo trabajo. Mi sobrino se integró a las clases y todos los días le mandaban su lunch.
Le recomendé a mi hermano que ya no le dieran comida para que mi sobrino aprendiera a comprar e ir por sus alimentos.
No me hizo caso.
Pasaron meses hasta que un día ya no llevó lunch.
Entonces le dije: “cinco minutos antes de que suene el timbre tu maestro te va a dejar salir para que compres tu comida. Vendrás aquí con doña Lupita y le vas a pedir lo que quieras comer. Luego vas a pagar y vas a venir hasta la terraza de mi salón y aquí vas a comer”.
Mientras le decía esto lo llevaba hasta los lugares, es decir, le mostré quien era doña Lupita, le enseñé cómo darle el dinero y luego le dije cómo iba a sostener la comida para caminar hasta la terraza de mi salón.
Mi sobrino empezó a hacer lo que le dije. Todos los días iba solo a la cooperativa, compraba su comida, la sostenía bien en su charolita y luego iba a mi terraza a comer.
Yo lo veía sentadito comiendo mientras yo revisaba o hacía algo en mi salón.
Así todos los días.
Hasta que un día me llamaron a una junta durante el descanso. Ahí estaba en la dirección cuando llegó mi sobrino gritando. Me acerqué a él, que empezó a reclamarme: ¡¿Por qué no estabas en tu salón?” ¡¿Porqué no estabas?!
Le dije con voz firme: Primero cálmate. Segundo, ¿Tu sabes lo que tienes que hacer? ¿Lo sabes?
Mi sobrino: Sí….
Yo con mi voz firme: Entonces ¿por qué estás gritando? No siempre voy a estar ahí viéndote comer. Tú ya aprendiste lo que debes hacer, así que sin importar si estoy o no, tú haz lo que debes.
Desde ese día sin importar si estoy cerca o no, mi sobrino come en la terraza.
Se logró darle una estructura a la hora de la comida y hacer que aprendiera a hacerlo solito. Ya sabe comprar sus alimentos y sentarse tranquilo a comer.
Esto en realidad es algo muy significativo para él. Los niños autistas van creciendo y ellos notan como los demás hacen cosas por sí mismos.
Por eso lograr que un chico con autismo haga cosas de manera independiente le refuerza su autoestima y le da seguridad. Lo hace sentirse como los demás. Le hace sentir que él también puede.
Así que si eres un maestro y crees que tal vez una u otra acción no será demasiado relevante, déjame decirte que eso es incorrecto.
A veces algo que pareciera no tan importante, hace una gran diferencia en un chico autista.
Sentirse apoyado y querido siempre le hará bien a cualquier persona. Imagina lo que tu apoyo significará para un niño con autismo.
Para ayudar a tu peque a sentirse apoyado y querido comienza hoy mismo entrando a “Autismo paso a paso”.
Dentro encontrarás material, juegos interactivos, actividades y lecciones de alto nivel, lecciones prácticas para saber cómo enseñar a un chico con autismo.
Clases con ejemplos prácticos y reales para aplicar en niños reales.
Si tú que estás leyendo esto tienes la forma de ayudar y hacer sentir mejor a un niño, no lo pienses demasiado.
A veces solo falta una persona para que las cosas mejoren.
Mejora la vida de un niño. Él se sentirá bien. Y tú también.
Con cariño, Yoli.
P.D. La primera lección de “Autismo Paso a Paso” es sobre agresividad, un tema del cual me preguntan mucho. En la primera lección lo tienes listo. Un audio de 25 minutos con 40 segundos que puede cambiar drásticamente la forma en que enfrentas los episodios agresivos de tu chico.
Evita el error que te cuento en el minuto 2 y podrás olvidarte de andar disculpándote con los demás porque tu peque les ha pegado.